Uno de los lugares que visité en la Plaza Durbar de Katmandú fue el templo de la Kumari. Una diosa viviente a la que escogen de forma parecida a los lamas con tres o cuatro años y que sigue siendo diosa hasta su primera menstruación tras la que escogen a otra.
La Kumari no sale de sus aposentos salvo en muy pocas ocasiones al año, pero esta iba a ser una de ellas y además de mi, iba a venir el presidente de la república, el primer ministro, el segundo y muchos dignatarios extranjeros para saludarla. Porque era la fiesta de Indra.
Esta es Indra. Así de pequeñita. Se la representa en una jaula porque por algún extraño malentendido con un robo pasó una temporada en la cárcel, hasta que alguien se dio cuenta de que tenían a una diosa en la cárcel y que aquello no podía ser, y la liberaron.
Tal y como me dijo el guía, Indra es la diosa de la lluvia y por eso celebramos el final del monzón (insisto en la m minúscula) pues ya no llueve. Aunque a lo que aquí llaman llover debe ser otra cosa, porque cada tarde llueve un poco y cae un buen chaparrón, pero apenas dura, y durante el monzón ese, debe ser al revés.
La expectación es enorme en los balcones…
Y no digamos en la plaza. Esto podría haber sido #acampadadurbar si nos lo proponemos. Como llegué tarde, el guía consiguió que me dejaran pasar al lugar que habían reservado para los guiris, que aquí están muy organizados.
Esta es una versión de La Vaquilla de Pedrezuela, pero en Nepalí, o sea elefante.
Y finalmente salió la Kumari y la multitud se volvió loca. Se supone que debe ir en el carro ese, pero no tengo mejor constancia.
Ayer por la noche (día siguiente) volví a pasar por ahí y seguían sacando carruajes aunque con menos gente. Y lo curioso es que al menos dos de ellos llevaban una niña que parecía la Kumari. Imagino que serían representaciones o doncellas.
Saludos,
Colegota
¡Menudo recibimiento te han preparado! 😉
Una suerte llegar y ver un evento de estas características. Imagino que la religión en aquellas tierras seguirá siendo una base importante sobre la que gira la vida de las personas.
Pues sí que se ve que no entra un alfiler en esa plaza. En la 3ª imagen, esa pirámide y los tejados del fondo están abarrotados (la pirámide casi me da hasta yuyu). Creo que a mí me daría un poco de claustrofobia estar allí metido, no soy de muchas aglomeraciones de gente.
Un saludo,
Andoni
O_o La tercera da vértigo…
Por cierto, he estado leyendo sobre la historia que rodea a la Kumari y eso sí que da vértigo…
En fin, sigue disfrutando de esos colores, olores y sabores. 😉
Luis M.
Menos mal que estos nepalíes son gente menuda, porque con eso de llegar tarde a los saraos no ibas a poder fotografiar nada.
Sip, había visto algunas fotos y reportajes sonbre estas celebraciones y fue una suerte poderlas ver en directo.
Lo de la Kumari, tiene varias leyendas… a cada cuál peor. Comenzando por la realidad de hoy en día.