Pancho y Parral

Buenas,

Hidalgo del Parral es uno de esos lugares poco visitados en México por los que venimos de lejos ya que se sale bastante de las rutas más frecuentadas, pero como yo ya me había salido de eso, no me resultó difícil hacer una parada en la ruta a Zacatecas, y la verdad es que me supo a poco. Es un lugar tranquilo, atractivo y buen cuidado que invita a pasar más tiempo, aunque se pueda ver todo en un día.

Y si ha habido un hecho destacado en la historia de Parral por encima del resto es que aquí fue donde asesinaron a Pancho Villa, que bien es sabido que las revoluciones las hacen los de abajo y se aprovechan de ellas los de siempre.

Sus seguidores acostumbraban a regresar a Parral cada año más o menos por las fechas en las que lo mataron y luego se fue transmitiendo de generación en generación hasta que se instituyeron las jornadas villistas que se celebran cada 20 de julio y se hacen representaciones de la vida y muerte de Villa.

También han creado un museo en la casa frente a la que sucedieron los hechos.

Parral se creó en torno a una mina descubierta en el siglo XVII y que operó 350 años hasta 1970 en que dejó de ser rentable. Otra de las actividades que se pueden realizar es una visita a la mina La Prieta ahora convertida en museo.

Se baja a un segundo nivel de 25 a 100m de profundidad. El resto ya se ha inundado por el abandono.

Al principio, trabajaban esclavos en estas condiciones.

Luego ya les fueron poniendo maquinaria, baños…

E incluso ascensores.

También resulta interesante para ver cómo se vivía en la época, al menos los que podían, el Palacio Alvarado. Propiedad de un potentado de la época, pero apreciado por la gente por su espíritu altruista y apoyo a la revolución y a Villa en concreto Una pena que no se puedan tomar fotos en las habitaciones.

Volviendo a la ciudad en sí, como decía está muy cuidada y se miran todos los detalles incluso por la noche. Lo que se ve al fondo es la mina La Prieta.

El templo de San José, patrón de la ciudad, es de los más grandes.

Aquí una panorámica para que lo veáis todo y unas señales para orientaros.

La catedral es otro punto destacado.
 

Por aquí la gente tiene muy claro el carácter de norteño que difiere de la idea de México que se suele asumir desde fuera, y para ellos también desde dentro, y está más cerca de un tex-mex con paisajes tirando a desiertos o semidesiertos, con influencias apaches y de otras tribus de territorios que ahora pertenecen a los otros Estados Unidos (no a los Mexicanos) y los hombres, sobre todo a partir de una edad, visten sombrero y botas como parecen haberlo hecho siempre.

Y aquí unas casas junto al río, al que sólo se le ve en época de lluvias y suele bajar con fuerza entonces.

Mención aparte merece el Hotel Acosta donde me encontraba hospedado que es como regresar de repente a la primera mitad del siglo XX, y al que intentaré dedicarle una entrada propia.

Saludos,
Colegota